domingo, 13 de julio de 2008

La creación de un Blog

La creación de un Blog, su uso más que nada, conlleva una gran responsabilidad, casi sagrada podría decirse, si fueramos de tomarnos las cosas con seriedad y hasta bochornosa 'solemnidad'; yo no soy de esos, pero creo profundamente en el respeto hacia uno mismo en tanto y en cuanto ser humano, o entidad extra terrícola que vive y se mezcla con los dueños y propietarios de este simpático aunque inusual (para qué negarlo) planeta "La Tierra". Ahora, vale la pena analizar la utilización de este término, respeto, en este contexto cybernético ¿valdrá la molestia? ¿no sería mejor aclarar qué es lo que uno piensa sobre el medio, caracterizarlo un poquito antes de largarse a la parte sustancial de esta ponencia? (jaja, sí, por favor). Pienso yo, que con mínimo esfuerzo se puede demostrar la levedad, la vacuidad y la fugacidad de cuanto contenido es volcado a la red, máxime si consiste en la doxa, y no en la estricta -recatada, diría un amigo, si lo tuviera- episteme, señores. Está hecho ¿A quién pueden importarles las opiniones de un fulano que radicaliza su fulanidad (o fulanidez, para usar el concepto griego) siendo también un desconocido? respuesta A: a nadie-respuesta B: a nadie normal. No puede estar uno engullendo los brutos pareceres de cualquiera (s) así porque sí, sin ton ni son, sin tos ni sol, sintonizó. Eso es, más vale sintonizar la radio y oír ¿me oyeron, señores? escuchar las opiniones de aguien a quien más o menos conocemos, a quien podemos insultar, con la satisfacción de saber que le pagan por ello, para eso ¿o no? ¡Oh, no! me he ido de tema otra vez. A las Cosas, la responsabilidad es para con uno mismo, sea sobre lo que sea que vaya a tratar, y aún sopesando el anonimato que sobre nosotros gratamente pesa a través de un Blog. Así que como neofito en esta metié, prometo usar el consabido medio para delirar con cautela y no tensionar al improbable lector con asuntos del medio pelo argentino. Juro ser orijinal... original, eso, guro ser orijinal, un gurú de la conciencia perdida del salvaje conurbano bonaerense. Hasta el día que me muera, o que me corten la Banda Ancha, que para el caso es lo mismo.